miércoles, 1 de diciembre de 2010

¿Todo termina?

Canta Vox Dei: “todo concluye al fin, nada puede escapar, todo tiene un final, todo termina”. Y la canción no concluye nunca, se repite como himno en cada etapa que llega a su punto de inflexión. Es decir, que cada vez que el ritmo de la canción comienza a sonar, podemos vislumbrar la etapa que comienza. Será por eso que plantaremos un árbol.

La metáfora es muy precisa dejamos raíces en el campus. Tuvimos discusiones acaloradas y algunas más sencillas. Hubo acuerdos y vueltas para acordar. Nacieron hijos y más de uno habrá tenido alguna pérdida. En las aulas quedan nuestras risas y algunos sufrimientos. En las pizarras siguen bailando los miles de hechos relevantes junto a conclusiones que saltaban a la vista y otras que parecían esconderse. En las salas de reuniones quedan ecos de algunas confidencias, de puestas a punto, de sorteos para ver quien expone e inquebrantables lazos de unión, esos que nos amarran para sortear cuestiones difíciles.

Pero el árbol es más que una raíz en el IAE. Es el cimiento de las proyecciones de nuestras carreras, de nuestras vidas, de nuestras visiones. Con la seguridad que provee el suelo firme, las ramas se estrecharán sin límites hacia el cielo y florecerán verdes los frutos de nuestro quehacer profesional, humano, social.

Y como los árboles estaremos en la intemperie, tanto en el mundo de los negocios como en el mundo de las familias, mejor dicho estaremos inmersos en la sociedad. Pero ya sabemos cómo guarecernos del frío y cómo poder ofrecer sombra fresca cuando el sol nos aqueje. Somos actores sociales transformados, que podremos observar nuestro entorno, aunque nuestro rededor gire en una espiral avoraginada que nada parece detener. Sabemos comprender cuán fuerte son los vientos, cuánto quema el sol y cómo moja la lluvia. Con la comprensión viene la facilidad para volver hacer nacer nuevas hojas, nuevas flores, nuevas ramas, nuevas raíces, nuevos árboles.

Las hojas verdes, las frescas, y las amarillentas, las secas, tienen forma de signo de pregunta. Porque también hemos aprendido a formular las preguntas correctas. Probablemente, será una de nuestras mayores virtudes sociales.

Termina el máster, comienza otra etapa. Tal vez más profesional, tal vez más humana, tal vez más social. Claro, todo eso está en nosotros. De lejos, en el viento, llega una melodía. La conozco, la conocés, canta Vox Dei: “todo concluye al fin, nada puede escapar, todo tiene un final, todo termina”.


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