
De todos modos, completé la encuesta y afortunadamente me gané el almuerzo para dos personas que el man había dispuesto como premio recompensar por el tiempo insumido en completar la encuesta.
Y hoy tuvimos la oportunidad de disfrutar de un almuerzo, donde fluyeron temas embísticos y no tan embísticos. Sin embargo, el saber popular dice que todo tiene que ver con todo.
Boero es un tipo genial, un filósofo urbano que habla pausado pero que vuela con su pensar. Se deja llevar como el viento lo empuja en su tabla de windsurf y no por ello deja de tener los pies en la tierra.
Habíamos quedado (via lotus notes) en almorzar a la 1:30pm, pero se ve que se aburrió antes en su laburo y fabuló que la cosa era a la 1. Como 1:17pm (como acusa mi celular) no respondí a su llamado (estaba cubriendo el trayecto Olivos - Madero Este y no quería ser plausible de una multa) pensó: "éste es un blogudo, seguro lo atraparon en un conference y no viene, má sí, yo morfo". Y morfó.
Así que no comimos juntos sino hasta el postre y el café. Él pidió una lágrima y yo un llanto, pero el mozo sólo se rió solo. Entonces cambié por un cortado, algo que el tipo se ve conocía como más familiar. Le pregunté al mozo:
-Los que piden "una lágrima", ¿son todos maracas?
-Eso no puedo responder- dijo mientras sonría (¿en forma cómplice con Boero?).
Luego vino el momento de pagar y yo saqué la tarjetita-invitación que otrora me había dado el windsurfista en 2009.
Vino el encargado, dijo que nunca había visto nada igual. Yo me quedé pensando en lo de la lágrima y casi le digo que era porque no prestaba ni un poco de atención. Pero como dijo lo de menú ejecutivo, entendí que el man quería cobrarnos el morfi. Hubo un diálogo entre el encargado y el filósofo de los mil trayectos Rosario-Buenos Aires. No muy convencido, nos liberó de cargo y culpa.
Se terminó el almuerzo. Un grato momento con mi amigo Boero.
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